Cronología: 315 d. C.

Dimensiones: 210 x 56 x 67

Procedencia: Layos (Toledo).


 

En el momento de su hallazgo (1627) conservaba la tapa, del mismo mármol, hoy perdida. Probablemente fue hallado in situ, en una zona de indudable interés arqueológico que ha quedado inexplorada. En la misma zona salió a la luz más tarde otro sarcófago del mismo género, cuyo frente decorado se conserva actualmente en el Museo Marés de Barcelona.

Es de mármol blanco y procede de taller romano. Es un sarcófago de los llamados de friso continuo, decorado en su frente con seis escenas bíblicas más la figura simbólica de la Orante. Sin decoración en los otros tres lados. De izquierda a derecha las escenas son las siguientes: resurrección de Lazaro; curación de un ciego; pecado de Adán y Eva; curación del paralítico; figura femenina en actitud orante; milagro de la multiplicación de los panes y de la conversión del agua en vino, fundidas en una sola escena; sacrificio de Isaac y escena apócrifa de S. Pedro haciendo brotar agua de una roca. Son escenas muy frecuentes en el repertorio iconográfico de los sarcófagos paleocristianos romanos, sobre todo de los esculpidos en la primera mitad del siglo IV.

A diferencia de lo que sucede en gran número de los sarcófagos de friso continuo, la figura de la Orante no ocupa aquí el eje central del friso decorado, encontrándose desplazado hacia la derecha. Tampoco existen otros rasgos estilísticos que permitan observar en el conjunto de la decoración un pretendido ritmo en la distribución de los volúmenes.

Algo semejante ocurre en lo que podríamos llamar el programa iconográfico del sarcófago. No puede apreciarse una idea general desarrollada de manera clara en el simbolismo de cada una de las escenas, y asean interpretándolas por pares simétricos a partir de un eje central, ya sea considerándolas como una sucesión lineal.

El significado profundo que, en un ambiente funerario, tienen para un cristiano de principios del siglo IV las escenas representadas nos es conocido por diversos testimonios escritos litúrgicos y pastorales, por innumerables ejemplares de sarcófagos semejantes al nuestro, y por las muchas representaciones de las mismas escenas con las que decoraron sus necrópolis subterráneas en Roma y otros lugares. Son éstas las ideas maestras más repetidas: la salvación por el poder de Dios, el bautismo como principio de nueva vida, el pecado y la penitencia que lo redime, la eucaristía como promesa de vida eterna, y la resurrección. Las escenas de Adán y Eva, curación del ciego y resurrección de Lázaro expresan aquí la lógica concatenación del pecado, su curación y la resurrección final. La curación del paralítico es uno de los símbolos clásicos de la penitencia; la unión del milagro de los panes y el de la transformación del agua en vino son el paradigma más completo de la eucaristía. La escena de Abraham suele utilizarse en esta época para expresar la salvación por la intervención de Dios. La escena de Pedro haciendo brotar agua de la roca con soldado o soldados que beben es representación simbólica del bautismo, tomada de la leyenda apócrifa de la conversión y bautismo por S. Pedro de sus carceleros. Fue adquirido en 1862 por la Real Academia de la Historia.

Bibliografía: Sotomayor, Manuel, Sarcófagos romano-cristianos de España. Estudio iconográfico, Granada, 1975; Maier, Jorge, “Aureliano Fernández-Guerra y Giovanni Battista de Rossi y la arqueología paleocristiana en la segunda mitad del siglo XIX”, en J. Beltrán, B. Cacciotti y B. Palma (eds.), Coleccionismo, Arqueología y Antigüedad: España e Italia siglo XIX, Sevilla 2007, 299-349.


Texto procedente del Catálogo de la exposición Tesoros de la Real Academia de la Historia. 2001. Ficha escrita por Manuel Sotomayor