Primera conferencia: Eduardo Dato y su tiempo

Juan Pablo Fusi

Jueves, 7 de octubre. 19:00 horas.

El asesinato en Madrid, el 8 de marzo de 1921, de D. Eduardo Dato Iradier (1856-1921), entonces presidente del Gobierno, constituyó el tercer “magnicidio” –tras los de los también Presidentes Cánovas del Castillo en 1897 y José Canalejas en 1912—del período de la Restauración (reinado de Alfonso XII, regencia de Dª Mª Cristina de Habsburgo, reinado de Alfonso XIII). Los tres asesinatos cambiaron, de alguna forma, la historia de España. La muerte de Dato, concretamente, agravó de forma dramática la crisis que el sistema político español –la monarquía constitucional y parlamentaria restaurada en 1874 y regida por la Constitución de 1876—experimentaba desde la derrota de 1898 y la pérdida de Cuba, Puerto Rico y Filipinas, y de forma especialmente evidente y grave desde 1917.

El centenario del hecho –del atentado que costó la vida a Dato, perpetrado en el centro de Madrid, en la Puerta de Alcalá, por un pequeño grupo de “pistoleros” anarquistas—puede ser ocasión oportuna para revisar un pasado, el reinado de Alfonso XIII, de particular importancia en la historia contemporánea española. El papel de D. Eduardo Dato en la política española, especialmente entre 1899, en que fue por primera vez ministro, y 1921, el año de su asesinato, interesa, en efecto, desde distintas perspectivas: primero, como aproximación biográfica a un político que asumió las máximas responsabilidades en la gobernación del Estado español del siglo XX; segundo, como forma de entender el sistema institucional y político de nuestro país en un momento crucial de su desarrollo; y tercero, para analizar los orígenes de la crisis española del siglo XX, que culminó, como se sabe, con el cambio de régimen de 1931 –caída de la monarquía, proclamación de la república—y la guerra civil de 1936-1939.

 

El estudio del reinado de Alfonso XIII (1902-1931), en el que Dato fue actor principal –como lo fueron igualmente Maura, Moret, Canalejas, Romanones, Cambó Santiago Alba, Sánchez Guerra, García Prieto y otros políticos–, un reinado en el que España, la economía y la sociedad españolas, cambiaron decisivamente, plantea numerosas cuestiones e interrogantes, todas ellas de considerable trascendencia: el sistema de partidos, la guerra de Marruecos, la cuestión social, la irrupción de regionalismos o nacionalismos periféricos, el papel del Ejército, la figura del propio Rey…. Pero plantea sobre todo un gran tema: saber si la Monarquía española, una Monarquía sin duda constitucional y liberal, pudo o no haber evolucionado, como fue el caso de otras monarquías europeas de la época, hacia una Monarquía plenamente democrática, posibilidad cuya materialización tal vez habría hecho que España no hubiese experimentado cambios dramáticos ni en la forma del Estado ni en su vertebración como estado y nación.

El asesinato de Dato cobra desde esa perspectiva interés y significación históricos especiales: se produjo cuatro meses antes del desastre de Annual en la guerra de Marruecos, y dos años antes del golpe de estado del general Primo de Rivera (13 de septiembre de 1923), como es sabido, dos de los hechos más importantes y graves de la historia española de nuestro tiempo.

Segunda conferencia: Eduardo Dato: El último Canovista

Luis Arranz

Jueves, 21 de octubre. 19:00 horas.

 

Se cumple este año el centenario de su trágica muerte. Había nacido en 1856 y le faltaban cinco meses para cumplir los sesenta y cinco años.  Me propongo abordar la figura de Dato desde tres vertientes: el dato abogado y jurisconsulto; el Dato que promovió la política social y sentó algunas de las  bases del futuro Estado del bienestar; y el Dato líder del partido liberal conservador, que frente al resto de los políticos monárquico-constitucionales de su época permaneció fiel a las recetas de Cánovas para mantener en pie la Monarquía constitucional.

Del primer Dato se destacarán sus raíces familiares, sus éxitos profesionales en el foro, y cómo, en torno a los treinta y seis años había alcanzado una posición económico y un prestigio como abogado que le hubieran permitido integrarse de forma destacada en la elite económica española.

 

Sin embargo, para esa edad, hacia 1892, se hicieron patentes su vocación académica y, sobre todo, su pasión política. La primera, que le acompaño desde su juventud, se plasmó en su destacada capacidad para relacionar los principios del derecho con su práctica en los campos civil y mercantil a los que se dedicó. Pero luego, igualmente en el terreno de la política social. En ese campo llevó a cabo una crítica incisiva del obrerismo revolucionario y una defensa coherente del reformismo social.

En el terreno político, desde que encabezó su primer gobierno en 1913 frente a Maura y hasta su muerte, Dato defendió con determinación la regla de Cánovas: la Monarquía constitucional no podía sobrevivir sin dos grandes partidos que se alternaran en el poder con lealtad constitucional. Su brutal asesinato, consecuencia de la convulsa situación social y política en Barcelona, impidió saber el término de su estrategia política.

Tercera conferencia: Eduardo Dato: El magnicidio

Octavio Ruiz-Manjón

Jueves, 4 de noviembre. 19:00 horas.

Emisión online desde www.fundacionareces.tv/directo 

Este magnicidio, que fue el tercero, después del de Cánovas y el de Canalejas, repercutió también, de una forma muy trágica, en la evolución política de la España de la Restauración, ya durante el reinado de Alfonso XIII.

Al igual que los otros dos, cercenó las posibilidades de reforma que se apuntaban en el horizonte político. Dato había demostrado una indudable preocupación social y estaba en perfectas condiciones para llevar a cabo el proceso de modernización que necesitaba el país.

Para ello había puesto en juego sus excepcionales dotes personales y políticas, en donde la elegancia natural y su estilo conciliador se daban la mano con una penetrante visión de los problemas del país, lo que le permitió suscitar muy favorables expectativas en muchos ámbitos de la sociedad española.

 

Todo ello se vendría abajo con aquella nueva irrupción de la locura anarquista, esclava todavía de la infame doctrina de la “propaganda por el hecho”.

El escenario internacional, en el que la revolución soviética de 1917 parecía haber dado alas a quienes pretendían buscar paraísos en la tierra, alimentó, también en España, un clima de violencia, eco de los aires de “brutalización” que parecían abrirse paso en la vida política de toda Europa.

En España vino a acelerar un proceso de debilitamiento del sistema político de la Restauración, que terminaría por desembocar en la fórmula de orden que representó la dictadura de Primo de Rivera.

A partir de entonces se aceleraría un proceso de inestabilidad que habría de tener muy trágicas consecuencias.