Fecha: Siglos II-I a.C.

Dimensiones: 3,8 x 4,8 x 0,7: peso: 32 gr.

Procedencia: Desconocida.


Tésera de hospitalidad de bronce, fundida, con forma de piel de oso extendida. En su cara plana ofrece siete remaches, tres en el centro y uno en el extremo de cada pata, más una inscripción celtibérica, trazada sobre el cuerpo y la pata izquierda del animal, con signos rectos trazados a buril, de 0,4 a 0,5 cm de alto.

Su leyenda, que se lee libiaka, se puede interpretar como un adjetivo derivado del nombre de una población, Libia, que recuerda al de la tésera nº 141, procedente de Villas Viejas y que se podría traducir como (Tésera de hospitalidad) de Libia.

Basándose en esta coincidencia, se ha supuesto que pudiera proceder de la región de Segóbriga, donde Ptolomeo (II, 6, 57) cita una población Libana, pero también pudo referirse a la Libia de los Berones, en La Rioja. Pero sólo se sabe que fue dada a conocer por el Anticuario Manuel Gómez Moreno en 1949, sin que se conozcan más datos sobre el lugar ni el modo de llegada de esta pieza a la Academia.

El oso, como el jabalí, eran considerados entre diversos pueblos indoeuropeos como fieras malignas, cuya caza representaba un acto heroico, que se realizaba en rituales de iniciación para alcanzar el reconocimiento como guerreros. Pero esta forma zoomorfa en vista cenital se puede interpretar como una representación de la piel del animal sacrificado para sellar el pacto, que quedaría como testimonio del mismo, según antiguos rituales ancestrales.

Bibliografía: Gómez Moreno, M., 1949,n°87, p.311;Untermann, J., 1997,n°K.0.4, pp.542-544; Almagro-Garbea, M., 2000, n°62.


Texto procedente del Catálogo de la exposición Tesoros de la Real Academia de la Historia. 2001. Ficha escrita por Martín Almagro Gorbea