Cronología: San Lorenzo, 2 de noviembre de 1752

Dimensiones: 20 x 15 cm. y 30 x 21 cm.

Procedencia: Real Academia de la Historia, CAG/9/7980/5(17 y 18)


Noticiosa la Real Academia de la Historia de las medidas promovidas por el Marqués de la Ensenada para conservar las antigüedades en Cártama y Cartagena, acordó remitirle el 16 de junio de 1752 una carta que había recibido del doctor titular de Mérida, José Alsinet, sobre el lastimoso estado en que se encontraban sus monumentos antiguos por si la consideraba merecedora de algun aprecio, y queria V. E. hazer algun uso de las particularidades que toca.

La ocasión fue propicia no sólo para reconocer las antigüedades de Mérida, sino para promover un proyecto de mayor amplitud que abarcase las de toda España, pues requirió entonces a la Real Academia de la Historia que presentase un proyecto sobre el modo en que se debería ejecutar el reconocimiento de las antigüedades españolas y que se designase al mismo tiempo un académico que se hiciera cargo de dicha comisión. El borrador de la Instrucción para el reconocimiento de las antigüedades de España fue remitido al Marqués de la Ensenada para aprobación del Rey el 9 de agosto de 1752, a la vez que se le indicaba que el académico propuesto era Luis José Velázquez, ya que, como se dice en la minuta del oficio de remisión: “Su edad que no llega a treinta años, su estado libre, su robustez suma, y sobre todo su acreditada inteligencia en estos asuntos le proporcionan de manera que dificilmente se podra encontrar otro de iguales circunstancias”.

El proyecto, así como la Instrucción, fue aprobado por el Rey el 2 de noviembre de 1752, fecha en la que el Marqués de la Ensenada lo comunicó de real orden a la Real Academia de la Historia.

En la Instrucción se recogen las primeras directrices que se han dado para la conservación de monumentos antiguos en España y probablemente en Europa. Consta la instrucción de 17 artículos, en los que se especifican pormenorizadamente las directrices que debía seguir Luis José Velázquez.

El Viaje debía de abarcar por estricto orden, que no podría alterarse sin previa autorización real, Extremadura, Andalucía, Reino de Murcia, Valencia, Cataluña, Aragón, Navarra, Guipúzcoa, Vizcaya, Álava, Cuatro Villas del Mar (Santander), Asturias, Galicia, León y las dos Castillas. En cada capital de provincia debía de informarse de lo que hubiera digno de visitar, para lo que contaba con el auxilio de las autoridades militares y civiles. Las labores a realizar en cada provincia eran descubrir las antigüedades y la geografía antigua. Para ello debía visitar personalmente las ruinas y monumentos arquitectónicos más importantes, medirlos, dibujarlos y explicarlos, así como realizar ligeras excavaciones si fuera necesario. Asimismo, debía copiar todas las inscripciones antiguas de letras desconocidas (prerromanas), latinas, goticas, árabes y hebreas y formar colección de todas ellas. También debía recoger las estatuas antiguas, bajo relieves, camafeos, piedras grabadas y monedas, comprándolas a las personas que desearan voluntariamente venderlas siempre que su coste no fuera excesivo, ya que si superaban una cantidad moderada debería esperar la aprobación real. Todos estos objetos habían de ser enviados cuidadosamente al Rey y si su conducción fuera problemática, debía de cuidar que se conservasen en lugares seguros. Finalmente, debía visitar los gabinetes de antigüedades particulares.

De todo ello tenía que informar al Director de la Real Academia de la Historia quien, a su vez, informaba al Rey. Además, debía formar un diario puntual de todas las observaciones y descubrimientos realizados durante el viaje. No obstante, según fuera concluyendo el reconocimiento de cada provincia, debía dar cuenta de todo lo observado en ella respecto a la geografía y monumentos antiguos. Por último, debía llevar consigo un dibujante que ejecutase con exactitud los diseños de los monumentos.

Luis José Velázquez partió de Madrid el 2 de diciembre de 1752 en compañía del dibujante Esteban Rodríguez y recorrió la provincia de Extremadura y parte de Andalucía. El 8 de febrero de 1755 el Conde de Valparaíso comunicaba a Agustín de Montiano, Director de la Real Academia de la Historia, que el Rey había resuelto suspender la dotación de cincuenta doblones al mes con que había dotado el Viaje de las Antigüedades de España. Desacertada decisión al supeditar los vaivenes políticos –destitución del Marqués de la Ensenada- a la continuidad de un brillante proyecto científico que a la postre supuso también la defenestración del propio Velázquez, quien no obstante continuó a su costa las investigaciones durante al menos diez años más.


Bibliografía: Almagro-Gorbea, M. y Maier Allende, J. (eds.), Corona y Arqueología en el Siglo de las Luces, Madrid, 2010; Luis José Velázquez, Marqués de Valdeflores, Viaje de las Antigüedades de España (1752-1765), J. Maier Allende (ed.), Madrid, 2015.