Cronología: Siglos XIII-XIV.

Dimensiones: Longitud: 31.2 cm; anchura: 20.6 cm; altura: 22.7 cm; grosor: peso: 3230.5 g.

Procedencia: Cartuja de Valdecristo, Altura (Castellón).


Arqueta de base rectangular, con cubierta ataudada y herrajes en bronce dorado, constituida por gruesas placas de marfil de 5 a 8 mm de grosor montadas sin alma. Una primitiva decoración adornaría estas placas mediante la talla de un entrelazo muy plano en dos frisos situados en los extremos superior e inferior de la pieza. En la parte inferior de la tapa presenta, en relieve y, a lo largo de todos sus frentes, una inscripción de un texto árabe en escritura cúfica de estilo florido levógiro, en caracteres dorados sobre fondo azul, con cuatro pasajes del Corán (LXI, 13; XXXIV, 39; XII, 64; XII, 92), cuya traducción, siguiendo la edición de Vernet, es:

Os vendrá un auxilio procedente de Dios y una conquista inmediata. ¡Albricia a los creyentes! / Lo que déis como limosna, Él os lo devolverá. Él es el mejor de los sustentadores. / Dios es el mejor guardián. Él es el más misericordioso de los misericordiosos. / ¡No se os hace hoy ningún reproche! Dios os perdonará, pues Él es el más misericordioso de los misericordiosos.

Una segunda decoración, algo más tardía y esta vez pintada, presenta, rodeando la pieza tanto en el talud como en el cuerpo, doce escudos de dos tipos, las barras de Aragón y los característicos escudos partidos de la Sicilia aragonesa, entre motivos vegetales por los que se mueven animales reales y fantásticos, esencialmente aves. Distintas huellas en la base, que también fue pintada en su segunda fase, indican que debió tener cuatro soportes y, en diferentes momentos, debió ser reforzada por flejes metálicos, a juzgar por su forma y disposición. El dispositivo de cierre con clave original otorga a la pieza una singularidad añadida, por encima de las dos bisagras y el aldabón que lo definen. La arqueta adoptaría las características propias de una pequeña caja fuerte mediante una cerradura constituida por una placa en la que se insertan los dos botones giratorios, con cifras grabadas en su corona circular, que liberarían el gozne de cierre al ser girados hasta determinadas posiciones. En el metal de las manecillas que hacen girar los pasadores, a fi n de que éstos sujeten la falleba, se puede apreciar como la pieza ha sido dorada con posterioridad. El herraje se completa con dieciséis abrazaderas de esquina de tipo siciliano y un asa de doble huso y reminiscencias nazaríes. El interior de la pieza presenta un forro de tafetán raso de seda rojo que permite adivinar un revestimiento de tiras de papel manuscrito con caracteres árabes nesjíes, posiblemente tardío, destinado a consolidar el ensamblaje de las placas de marfil.

Las arquetas de marfil estaban destinadas a contener objetos de extraordinario valor, joyas y perfumes fundamentalmente, y su carácter de riqueza las relaciona normalmente con encargos de familias reales. Martín el Humano (1356-1410) residió en Sicilia entre 1392 y 1396; fue entonces, según la interpretación más difundida, cuando pudo hacerse con la arqueta en uno de los talleres sículo-normandos, a juzgar por su similitud con algunos ejemplos provenientes de allí. Dadas las semejanzas entre la tardía decoración pintada de los doce pequeños escudos y la decoración de algunos platos de loza de Manises, y considerando la tipología de los motivos heráldicos, se ha aceptado, de forma mayoritaria, que la arqueta fue pintada a partir de 1396, cuando Martín el Humano ya había sucedido en la Corona de Aragón a su hermano Juan I (1387-1396). No obstante, no todos los investigadores están de acuerdo en considerar esta arqueta como un producto de los talleres sicilianos de los siglos XII y XIII posteriormente reformado en los años finales del siglo XIV. Ya Juan Catalina García y López apuntó la posibilidad de que se tratase de una obra «de arte mudéjar del siglo XV». Recientemente, se ha planteado, en virtud de las semejanzas de algunos motivos decorativos con obras nazaríes (en concreto, se señala la similitud del largo tallo rematado en un florón abstracto de la tapa con las pinturas de las casas granadinas de Zafra o de los Girones y el parecido de los elementos vegetales de tendencia naturalista entremezclados con animalillos con los de algunos azulejos nazaríes) y en la presencia de la inscripción (que le remite a ejemplos meriníes) la posibilidad de que toda la arqueta, con su decoración completa, hubiese sido realizada en la segunda mitad del siglo XIV y ofrecida al rey de Aragón por algún soberano nazarí. Por su parte, Ángel Galán y Galindo, en un minucioso trabajo, defiende una hipótesis más innovadora: tomando como base las características formales de los herrajes, el tipo de caligrafía de la inscripción y algunas veladas referencias de los pasajes coránicos, no duda en señalar que la arqueta fue posiblemente realizada entre 1171 y 1229 en un taller egipcio y que pasaría a la propiedad de la casa real siciliana a través del emperador Federico II (1194-1250), rey de la isla desde 1198; según este investigador, la arqueta sería recuperada y reformada para ser entregada como regalo con motivo del matrimonio de Martín el Joven (1376-1409), hijo de Martín el Humano y futuro rey de Sicilia, con María de Sicilia en 1392 y, tras la muerte de esta última, sería recuperada por Martín el Humano y donada a la Cartuja de Valdecristo en los primeros años del siglo XV. Aun teniendo en cuenta estas hipótesis, también es probable que la arqueta estuviese destinada a contener una o varias reliquias, tal y como ha apuntado recientemente Miquel Juan; el rey Martín el Humano fue un obstinado promotor de la búsqueda y exaltación de este tipo de objetos, símbolos de prestigio y exaltación monárquica, como resultado de su profunda religiosidad, y donó muchas de ellas al monasterio del que procede la arqueta, cuya capilla de San Martín, además, ha sido reinterpretada como una capilla de reliquias. No sería de extrañar, por tanto que la arqueta, tal y como señala la investigadora valenciana Matilde Miquel Juan, fuese «uno de los regalos del rey Martín para albergar alguna de las reliquias del monasterio».


Bibliografía: Eiroa Rodríguez, Jorge A., Catálogo del Gabinete de Antigüedades de la Real Academia de la Historia: Antigüedades Medievales, Madrid, 2006, 43-45, con toda la bibliografía pertinente.